Mateo 25:34 »Entonces dirá el
Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha
bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la
creación del mundo. 35 Porque tuve hambre,
y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y
me dieron alojamiento; 36 necesité ropa, y me
vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me
visitaron.” 37 Y le contestarán
los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y
te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos
como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” 40 El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron
por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.”
Mucho
se ha hablado de religión y es común hacerse una idea negativa al respecto, se
ha tornado en un termino peyorativo respecto a creencias y prácticas,
insinuando que son creencias y prácticas vacías. Me gustaría hablar de dos
términos usados en la teología, lo condicional y lo incondicional y hacer un
paralelo entre estos términos, el concepto de religión y religión genuina e
intentar explicar estos versos de Jesús, los cuales lo dicen todo.
Cuando
se habla de lo “Condicional” en teología, se refiere a todo lo que ha sido
creado por los hombres, todo lo que ha sido dicho, escrito, construido. Todas
nuestras opiniones y creaciones. En términos de la filosofía de la
deconstrucción, todo lo que ha sido construido puede ser deconstruido.
Eclesiastés lo menciona como “lo que está bajo el sol”.
Lo
“Incondicional” es por otra parte aquello que no es creado, aquello que no es
construido, aquello que no fue dicho ni escrito ni comenzó a existir en un
momento específico. Lo incondicional es más bien aquello que siempre fue y que
nos alcanza, que nos invade. Aquello que no busca retribución o algo a cambio.
Lo incondicional es lo que hace nacer una afirmación sin motivos visibles. Lo
incondicional es eso invisible que no espera nada a cambio y es capaz de mover
lo condicional. Lo incondicional alcanza a lo condicional.
¿Cuándo
nuestra religión se vuelve una trampa?
Aquí
es necesario generar una diferenciación en torno al concepto de “Iglesia”.
Llamaremos Pequeña Iglesia a todo lo que socialmente se conoce como iglesia, me
refiero al sistema, a las liturgias, las prácticas, las formas de funcionar
colectivamente, a los conductos que hacen fluir el contenido, a la estructura.
Y llamaremos Iglesia Grande a aquello que es invisiblemente la iglesia, en lo
más profundo de su ser, amor.
Y
es así como relacionamos el concepto de “Pequeña Iglesia” con el concepto de
“Condicionalidad” e “Iglesia Grande” con el concepto de “Incondicionalidad”.
La
religión se vuelve una trampa cuando se confunde la “Pequeña Iglesia” con la
“Iglesia Grande” y la energía del ser humano, la vida, sus sueños y anhelos se
ven invertidos en lo Condicional, en un sistema al cual se le ha otorgado un
valor de “Incondicionalidad” y esa estructura por ser “condicional” o “creada”
contiene falencias y un trasfondo hueco, vacío ya que es solo el conducto de
algo pero desconoce ese algo. Ese algo, ese contenido, es lo “Incondicional” y
si este no se hace presente, no se hace parte de nuestra circunstancia,
entonces la trampa logra su objetivo, la religión deja de ser genuina.
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te
alimentamos, o sediento y te dimos de beber?...”
Para
Jesús la prueba de oro es la “Religión Genuina”, es que seamos capaces de
deconstruir las estructuras que no son “conductos viables” para que fluya lo
“Incondicional”. Es crucial en este examen final el reflejo de lo
“Incondicional”, el amor. Aquello que se da sin nada a cambio, aquello que
fluye sin una excusa o explicación, es simplemente una energía que inspira
“porque sí”. Sería fácil darle de comer, alimentar o darle de beber a Jesús
sabiendo que Él es Jesús ya que en el fondo hay un interés de por medio. El ser
humano ha tenido una relación con sus deidades de causa-efecto. Ha sido una
relación sacrificial donde la motivación busca algo a cambio. Se sacrificaban
animales, niños, alimentos para aplacar la ira de los dioses y obtener el favor
de ellos para así tener una buena cosecha el año entrante o evitar sequías y
catástrofes. Hasta el día de hoy la “religión” se ha centrado en pedir, pedir y
pedir beneficios “visibles”, beneficios “condicionales” a sus dioses, santos,
fuerzas, energías, etc. Jesús, que siempre se centró en dejarnos saber que su
forma de funcionar es distinta a lo que tenemos por costumbre respecto a dioses
y reyes deja muy claro que la prueba de oro es en relación a lo
“Incondicional”, a aquello que es inspirado sin esperar nada a cambio,
desconociendo que detrás del sediento hay un Dios que brinda beneficios. Es
simplemente un hombre sediento que no traerá beneficio alguno. Hay una
afirmación del amor genuina y esa manifestación circunstancial es la “religión
genuina”.
Esta
religión genuina es algo que ocurre en todas las expresiones de la vida, no se
limita a doctrinas ni opiniones, fluye de manera ilimitada en medio de la
creación y no puede ser contenida por lo “condicional” ya que su manifestación
es infinita y nada la podría contener ni limitar. Puede manifestarse en
científicos que viven insertos en los avances de una formula sabiendo que lo
más probable es que esta llegue a probar nada pero esa inspiración, esa fuerza
es genuina e incondicional.
¿Por
qué ayudar a los refugiados? ¿Por qué dar la bienvenida al extranjero? ¿Por qué
insertar socialmente al minusválido? ¿Por qué dignificar al homosexual?
La
respuesta no tiene nada que ver con la estructura creada, con lo construido. La
respuesta es invisible y tiene todo que ver con lo “incondicional”, con eso que
determina su propio conducto en su propia circunstancia.
Cuenta
la historia que en el año 1912, el barco más grande de la historia había sido
construido, el Titanic. Barco que como todos sabemos no logró concretar su
primer viaje, hundiéndose y generando una tragedia masiva. Dentro de las
historias de este barco se habla mucho acerca del Cuarteto de Cuerdas que
tocaba en el barco. Estos músicos tocaron y tocaron y siguieron tocando hasta
que el barco se hundió sin ellos buscar alguna forma de salvarse. ¿por qué
alguien haría semejante estupidez? ¿por qué no asegurar sus vidas?
Ese
acto de generosidad, tocar música mientras miles de personas veían sus últimos
momentos pasar, es simplemente un acto de lo “incondicional”. Seguir tocando
hermosas melodías en medio de la tragedia sin esperar nada a cambio, sin saber
que se convertirían en famosos, sin saber que serian parte de la historia,
simplemente porque algo en ellos los inspiró a dejar fluir lo incondicional es la descripción exacta de la religión genuina.
“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el
más pequeño, lo hicieron por mí.”