viernes, 27 de abril de 2012

Me he Encontrado con el Extraño, y el Extraño era Yo.





Creer es fácil. Puedes llenar estadios con gente que quiere creer, ya sea para solidificar lo que ya creen o para aferrarse a algo ya que se sienten a la deriva y perdidos en medio del mar.


Dudar, interrogar a tu temor, realmente cuestionar lo que crees, eso es difícil. Es difícil porque nos queremos proteger de la duda y de lo desconocido. De hecho cuando nos encontramos con gente que es diferente a nosotros, nuestra primera experiencia es usualmente ver a estas personas como monstruosas, como teniendo creencias y practicas que son alienígenas y extrañas e históricas y contingentes. Cuando nos encontramos con ellos, o queremos consumirlos, o queremos hacerlos parte de nuestro cuerpo social, o queremos vomitarlos y deshacernos de ellos. O tal vez queremos tener cierto tipo de dialogo interreligioso donde podemos encontrar las cosas en que estamos de acuerdo.


En cada una de estas experiencias buscamos minimizar nuestro encuentro con estas personas. Buscamos domesticarlos. En la primera experiencia, yo tengo la razón y ellos están equivocados, y quiero convertirlos en una versión de lo que yo soy. En la segunda, yo tengo la razón y ellos están equivocados, y me quiero deshacer de ellos. Y en la tercera, los dos tenemos la razón.


Pero en el encuentro genuino con los demás, empezamos a vernos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás, y en vez de ver sus creencias como monstruosas, empezamos a ver nuestras creencias como monstruosas. Vemos nuestras creencias como contingentes  e históricas y alienígenas, no solo para ellos sino que para nosotros mismos.


Es en esta experiencia, cuando nuestras creencias comienzan a quebrantarse y desmoronarse y nuestras narraciones políticas, religiosas, y culturales se fracturan, es ahí cuando nosotros conocemos lo que es experimentar la crucificción. Porque la cruz era un símbolo de maldición. A la persona se la mataba fuera de la ciudad. No eran parte de la estructura política. Ya no eran parte del sistema cultural. Ya no estaban bajo la protección de los líderes religiosos. Eran completos extraños. Eran crucificados desnudos y desolados.


Cuando experimentamos la perdida de nuestras creencias, cuando experimentamos la ruptura de nuestras narraciones, no es ahí cuando perdemos a Dios, es ahí cuando nos encontramos lado a lado con Cristo.




                                                                                                                                      
                                                                                                                                        - Peter Rollins

No hay comentarios:

Publicar un comentario